Existen alimentos cuyas calorías resultan muy difíciles de detectar, a veces desconocemos si aquello que comemos engorda o no... A continuación expongo una muy útil lista de alimentos que contienes las llamadas calorías ocultas:



REFRESCOS AZUCARADOS
• Con unas 100 calorías por vaso pequeño (200 cc), son una de las fuentes principales de calorías vacías de nuestra dieta. Aún peor: como los líquidos no sacian tanto como los sólidos, las calorías sumadas no te ayudarán a calmar el hambre. Un estudio ha comparado los efectos de ingerir 450 calorías diarias en forma de refrescos azucarados con los de tomar las mismas calorías en forma de gominolas. Resultó que las personas que tomaron los refrescos aumentaron mucho más de peso que el resto, sobre todo porque los que comieron las gominolas vieron reducido su apetito y acabaron ingiriendo menos al final del día.
El consejo: si tienes sed, bebe agua o té. Y si te apetece algo dulce, opta por un caramelo o, aún mejor, una fruta.

ALCOHOL
• Las encuestas dicen que muchas mujeres calculan las calorías de la comida cuando van al restaurante, pero no suman las de las bebidas alcohólicas (¡como si éstas no se reflejaran en el peso!). Recuerda que 250 cc de cerveza tienen 115 calorías y 200 cc de vino, 130. Mucho más calóricos son los whiskies y brandies (250 calorías por 100 cc) y, sobre todo, los licores cremosos, tipo Baileys (400 calorías por 100 cc).

LÁCTEOS ENTEROS
• Un vaso de leche entera (200 cc) tiene 136 calorías. El mismo vaso de leche tiene 72 calorías si es desnatada, y 98 si es semidesnatada. Quizá lo más interesante de cambiar los lácteos enteros por desnatados o semidesnatados (lo que incluye yogures, quesos, natillas, helados...) es que las calorías que ahorramos son justo en forma de grasa saturada, mala para las arterias, y que nos conviene evitar.



HARINAS BLANCAS
• El pan blanco (250 calorías por 100 g), la pastelería y la bollería en general (donuts, bollos, brioches, galletas, pastas, cruasán, tartas... todos con más de 400 calorías por 100 g), no sólo añaden calorías que el organismo convierte muy fácilmente en grasa, sino que, tomados de forma habitual, pueden producir resistencia a la insulina y aumentar el riesgo de diabetes del tipo 2. Para evitarlo, opta por productos elaborados con harinas integrales (ricas en fibra) y reserva la pastelería convencional para ocasiones realmente especiales. Una excepción a esta regla es la pasta, con 160 calorías por bol de pasta cocida. Al dente y, aún más, con verdura, no produce los picos de azúcar del resto de productos hechos con harina.

SALSAS Y ALIÑOS
• Simplemente cambiando la mayonesa normal (cada cucharada, 100 calorías) por mayonesa light, te ahorras 50 calorías por cucharada. Lo mismo vale para otras salsas con base de aceite, como la tártara o la bearnesa. También puedes reducir a la mitad las calorías de los aliños de ensalada si los preparas con una base de yogur light mezclándolo, por ejemplo, con mostaza, aceite de oliva virgen, sal, pimienta...

ZUMOS INDUSTRIALES
• Un vaso (250 cc) de zumo de naranja industrial tiene 150 calorías, casi todas en forma de azúcar. Si quieres rebajar calorías y calmar mejor la sed no tienes más que añadirle agua. Cuanta más agua, menos calorías en proporción al volumen.
GUARNICIÓN
• Por mucho que pidas los pescados y carnes a la plancha, si te los presentan con patatas fritas (500 calorías por 100 g), todos tus esfuerzos para controlar tu ingesta calórica se habrán ido al garete. Aunque el plato venga anunciado con ellas, no dudes en pedir que te cambien las patatas fritas por ensalada, verduras a la plancha o un tomate aliñado (menos de 100 calorías ración). Sólo con esa medida te ahorrarás miles de calorías a la semana.

BOCADILLOS Y SANDWICHES
• Antes de preparar un bocadillo, una hamburguesa o un sándwich, ten presente esta regla de oro: cuantas más verduras pongas en ellos, más te saciarán y menos deseos tendrás de tomar un segundo bocadillo o picar otra cosa. Y no sólo tendrás más saciedad en relación a las calorías. Rodajas de tomate o de cebolla; hojas de lechuga; pepinillos; trozos de pimientos del piquillo... añadirán fibra, vitaminas al pan y harán este tentempié mucho más apetecible y fácil de masticar y digerir.
PALOMITAS DE MAÍZ Y SNACKS SALADOS
• Un estudio realizado en los EEUU. revela que la ración más pequeña de palomitas que se vende en los cines tiene 20 gramos de grasa y la más grande 80. Si eso es realmente así, en todas las salas, con cada ración grande de palomitas que te tomes ingerirás más grasa que la que contienen tres hamburguesas o siete barritas de chocolate. El problema es la grasa que se añade para hacer las palomitas más agradables al paladar. De hecho, las que preparas en casa, (sin grasa añadida), tienen apenas 75 calorías por tazón. En cuanto al resto de los snacks, las cifras asustan: una bolsa pequeña de patatas fritas tienen 150 calorías; una bolsa de gusanitos, 175 y 100 g de pipas de girasol, 280 (lo mismo que un filete a la plancha con ensalada).

BARRITAS DULCES
• Se parecen entre sí, pero no son lo mismo en cuestión de calorías, sobre todo porque el peso por unidad varía mucho. Una barrita tipo Mars (65 g) tiene casi 300 calorías y dos Twix (un paquetito, 100 g) llegan a las 306. Para saber a qué atenerte, lee las etiquetas. Si no vienen indicadas las calorías, opta por otro dulce.

MANTEQUILLA
• Cámbiala en el desayuno por mermelada, y te ahorrarás 100 calorías cada día (si las multiplicas por los 30 días del mes, son 3.000 calorías ahorradas). Dicho lo dicho, te conviene también vigilar lo que untas en el panecillo del restaurante. Ese bollito con mantequilla que te tomas, como sin darle importancia, mientras llega el primer plato puede sumar más de 200 calorías al total de la comida.
REBOZADOS Y FRITOS
• Si recuerdas siempre que apenas 100 cc de aceite (un vasito pequeño) posee 900 calorías, te será más fácil comprender cómo cualquier alimento puede duplicar sus calorías si se fríe o reboza. Un ejemplo: 100 gramos de pechuga de pollo a la plancha aportan 85 calorías, si la rebozas, 290. Una ración (200 g) de bacalao fresco al horno poseen unas 150 calorías. La misma cantidad de bacalao empanado tiene 190. El mismo principio se aplica a las verduras, patatas... Y piensa que tan sólo 100 gramos de churros­ (que son harina y agua, básicamente) tienen 350 calorías.

Fuente: hoymujer
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Si desea perder peso, parece que no importa el tipo de plan de dieta que elija. Lo que realmente importa es que coma menos.

Un estudio que aparece en la edición del 26 de febrero de la New England Journal of Medicine comparó varios planes de dieta, que enfatizaban distintas cantidades de grasa, proteína y carbohidratos y encontró que cualquier plan de alimentación que haga que se consuman menos calorías ayudará a perder peso.

"Este estudio tiene un mensaje muy práctico y útil", aseguró el autor del estudio, el Dr. Frank Sacks, profesor de prevención de la enfermedad cardiovascular en la Facultad de salud pública de la Harvard. "En realidad no importa el tipo específico de dieta, elija la que más le convenga. El enfoque debe ser la reducción de calorías. Eso es lo que en realidad importa".

Ha habido intensos debates sobre qué tipo de plan de dieta es mejor. Los resultados de estudios sobre las dietas bajas en grasa y altas en proteínas han sido mixtos, pues ninguno arroja evidencia concluyente, según la información de respaldo del estudio de Sacks.

Para intentar responder a la pregunta de qué funciona mejor, Sacks y colegas reclutaron a 811 personas con sobrepeso, alrededor del 40 por ciento de sexo masculino, de dos ciudades, Boston y Baton Rouge, Luisiana.

Se les asignó al azar a una de cuatro dietas:

Una dieta baja en grasa y con proteína promedio conformada por veinte por ciento de grasa, quince por ciento de proteína y 65 por ciento de carbohidratos.
Una dieta baja en grasa y rica en proteína con veinte por ciento de grasa, 25 por ciento de proteína y 55 por ciento de carbohidratos.
Un plan de dieta rico en grasa y con proteína promedio que contenía 40 por ciento de grasa, quince por ciento de proteína y 45 por ciento de carbohidratos.
Una dieta rica en grasa y rica en proteína de cuarenta por ciento de grasa, 25 por ciento de proteína y 35 por ciento de carbohidratos.
A todos los grupos se les indicó que no consumieran más de ocho por ciento de su ingesta diaria de calorías en grasa saturada, y que intentaran consumir al menos veinte gramos de fibra dietética todos los días. La meta de actividad física se fijó en 90 minutos por semana.

Todos recibieron consejería grupal e individual durante el periodo de dos años del estudio, e ingresaron información sobre la dieta y el ejercicio en un programa de computadora que proveía retroalimentación sobre qué tan bien cumplían con sus metas dietéticas. Alrededor del 80 por ciento de los participantes completaron el estudio.

Luego de seis meses, los participantes de cada grupo habían perdido un promedio de unas trece libras (6 kilos). Después de dos años, la pérdida promedio de peso había bajado a entre seis y siete libras (2.7 y 3.2 kilos). Los participantes del estudio reportaron satisfacción similar con sus dietas.

Las medidas de salud, como los niveles de presión arterial y colesterol, también fueron similares entre los grupos.

"En promedio, ninguna dieta fue mejor que otra", apuntó Sacks. La moraleja es que si se desea perder peso, aconsejó, "hay que llevar una dieta sana para el corazón y ser muy cuidadoso con la cantidad que se come".

Sin embargo, este tal vez no sea el final del debate. En un editorial acompañante, Martjin Katan, profesor de nutrición de la Universidad Libre de Ámsterdam, apuntó que aunque los investigadores habían anticipado que los contenidos de las dietas variarían mucho, las diferencias reales en contenido entre los planes tuvieron un promedio de apenas uno a dos por ciento.

Entonces, señaló que no considera que el estudio resuelva el asunto de dieta versus dieta.

En vez de ello, es otro estudio que muestra lo difícil que es perder peso y mantener la pérdida, porque incluso estas personas, que participaron en una intervención intensiva, tendieron a recuperar el peso.

"Perder peso y mantener la pérdida puede ser tan difícil como abandonar un hábito de drogas", advirtió Katan. "El determinante más importante del éxito tal vez no sea la composición de la dieta. Tal vez sea que la comunidad promueva el ejercicio y controle las comidas calóricas".

Fuente: Medlineplus
Imagen: herdaily
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Hace unos días, expuse una pequeña lista de alimentos que aportan 100 calorías (junto con sus respectivas cantidades). Pues bien, a continuación indico más alimentos para que los añadáis a la anterior lista (para verla, click aquí) y tengáis más opciones dónde elegir:

3 galletas y media tipo María= 100 calorías aprox. ( soy consciente que lo de media galleta puede sonar un poco "raro", pero haciendo las cuentas justas, es lo que sale para llegar a las 100 calorías, ya que cada galleta María nos aportan 28,8 calorías aprox.(435 calx100 gramos, depende de la marca).

2 yogures desnatados= 100 calorías aprox. ( exactamente son 90 calorías, ya que cada yogur desnatado de 125 gramos aporta 45 calorías)
2 naranjas pequeñas (200 gramos en total)= 100 calorías aprox.






2 tiras de un Kit-kat (en el pack de 45 gramos vienen 4 tiras, que suponen un total de 228 calorías), por lo que si nos comememos dos ingerimos 114 calorías.



3 pepinos de 200 gramos cada uno= 100 calorías aprox.



1 huevo de unos 75 gramos o dos huevos pequeños (SIN freír, es decir, hervido o preparado sin aceite ni grasas)= 100 calorías aprox.

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Los adultos que fueron infelices de niños tienden a estar permanentemente enfermos, sugiere un estudio publicado hecho por el King's College de Londres, que analizó a personas nacidas entre los años 1950 y 1955.

Los investigadores, que evaluaron a 7.100 personas, descubrieron que los pequeños calificados por sus maestras como "tristes" o "infelices" tenían cinco veces más posibilidades de tener que ausentarse del trabajo por enfermedad al llegar a la vida adulta.

Al mismo tiempo, estos menores tenían más posibilidades de tener tendencia a la depresión, según los científicos. El estudio, publicado en el British Journal of Psychiatry, evaluó a los pequeños nacidos en Aberdeen (Escocia), donde se preguntó a las maestras sobre sus temperamentos y asistencia a clase.

Los expertos han podido localizar a algunos de los participantes en la investigación para preguntarles sobre su situación laboral. De ellos, 392 admitieron que no han podido trabajar por estar permanentemente enfermos.

El investigador Max Henderson, a cargo del estudio, dijo: "No podemos decir que esta tendencia en la infancia cause mala salud en la vida, pero ciertamente parece ser un factor que contribuye".

"En base a estudios previos, sospechamos que estos grupos son más susceptibles a la depresión y la ansiedad, que, por supuesto, es una gran causa de no poder trabajar", añadió.
Fuente: 20minutos
Imagen: bbc
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